27 de noviembre de 2021

 DUDLEYTOWN:

Zona boscosa de Cornwall, Connecticut.

Hay un lugar que nadie se atreve a visitar. Se trata de los restos de una antigua aldea, donde se dice que ocurrieron horrores indescriptibles. Según las leyendas, la aldea fue maldita y todo un linaje fue condenado. Desde entonces, la aldea se convirtió en un nido de entidades malignas, que acechan a cualquiera que se acerque. Fantasmas, demonios, fenómenos paranormales y una atmósfera opresiva son algunos de los peligros que esperan a los intrépidos que se aventuren en las ruinas. La maldición lleva más de 400 años vigente, y parece que ni siquiera los animales del bosque quieren tener nada que ver con ese lugar maldito.

La historia de Dudleytown se inicia en Inglaterra, a principios del siglo XVI cuando un noble de nombre Edmund Dudley fue decapitado por conspiración y un intento fallido de derrocar al rey Enrique VIII.

Se dice que, en castigo, el rey ordenó a los magos de la corte que lanzaran una maldición a Dudley; todos los descendientes del linaje quedaron condenados a vivir por siempre atormentados.

En febrero de 1745, el comerciante Thomas Griffis obtuvo los derechos a una extensión de tierra, un bosque oscuro y salvaje al pie de una cadena montañosa; llegó a ser conocido como ‘el Bosque de la Entrada Oscura’. En 1748, con la aldea comenzando a formarse, Gideon Dudley se mudó para iniciar una granja. En 1753, sus hermanos Barzillai y Abiel, se sumaron a la población y fueron seguidos por Martin Dudley. 

En agosto de 1774, una epidemia misteriosa acabó con la familia de Adoniram Carter. Y al hermano de este, Nathaniel, su esposa e hijo recién nacidos fueran asesinados por indios mientras él se encontraba fuera. Los otros 3 hijos de Nathaniel fueron secuestrados y enviados a Canadá, donde las dos hijas fueron rescatadas a cambio de oro y el tercero, David Carter, se casó con una mujer indígena y terminó volviendo a la civilización. Nathaniel fue asesinado por los indios cuando regresó a su cabaña.

En 1792, Gershom Hollister se cayó de una estructura parcialmente completada de un granero y murió. Pudo ser una tabla suelta o resbaladiza, o un paso en falso. Para entonces, Abiel murió en 1799 a los 90 años.

En abril de 1804, la tercera esposa del general Heman Swift, Sarah Faye, fue asesinada por un rayo durante una tormenta eléctrica. El general terminó perdiendo la cordura.

Horace Greeley, editor y fundador del periódico del New York Tribune; se casó con Marey Cheney, su matrimonio terminó trágicamente en 1872, cuando Mary se suicidó poniéndose una soga al cuello y saltó de una silla.

Otro accidente fue el de John Patrick Brophy, uno de los últimos pobladores de Dudleytown. Brophy sufrió la pérdida de su esposa por una enfermedad inexplicable a finales del siglo XIX, seguida por la desaparición de todos sus hijos en el bosque a los pocos días. Y la casa se incendió de manera misteriosa y ardió hasta los cimientos. Entendiendo que el pueblo estaba maldito, decidió que era suficiente y se alejó del pueblo para no volver a ser visto.

En 1920, el doctor William Clark, especialista de la ciudad de Nueva York; arribó a Cornwall en busca de calma. Lo que parecía una vida sin problemas, concluyó en 1925, cuando tuvo que viajar a Nueva York para atender una emergencia médica. Al regresar un par de días después, encontró a su esposa encerrada en casa, enloquecida y babeante que no podía repetir otra cosa más que ‘algo’ en el bosque la había atacado. La mujer fue enviada a un hospital psiquiátrico, donde se suicidó al cabo de unos meses.

Como es de esperarse, las historias de fantasmas no se hicieron esperar; siendo la mayoría de ellas iniciadas en 1940. Los visitantes a las ruinas hablaban de ver sombras, «nubes» de humo en el bosque, voces incorpóreas que susurraban entre los árboles, incidentes sin explicación y ataques de fuerzas invisibles, experiencias de ser perseguidos por presencias invisibles, orbes de luz que rondan entre los árboles, olores y ruidos inexplicables; así como el ser agredidos por ‘algo’.

Ed Warren, estaba firmemente convencido de que era un sitio maldito  y que no era coincidencia que la gente se volviera loca y viera monstruos y espíritus en los bosques. Al visitarla, Ed y su esposa Lorraine insistían en que las ruinas de la aldea emitían un aura maligna.

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