4 de mayo de 2022

 HOTEL RURAL FINCA LA RAYA:

El hotel finca La Raya o casa de Vargas, en el municipio tinerfeño de Güímar, con más de cinco siglos de historia, acumula multitud de casos paranormales de los que quedaron constancia gracias al equipo de investigación Clave Siete de Tenerife al sacar a la luz lo que en Güímar era, desde hace décadas, un secreto a voces que le valió al inmueble el sobrenombre de la “casa del miedo”.

El edificio se levantó en el siglo XVI. Sin embargo, su estilo pertenece al siglo XIX. Carmelina Rosa, heredera por vía paterna de las instalaciones y responsable junto a su esposo Francisco Toledo vivirían años atrás en la víspera de la noche de difuntos una experiencia que aún no ha sabido explicar. “Ya durante la restauración los problemas fueron constantes e inexplicables, como si algo nos intentara alejar del lugar. Estando yo en la cocina, una ventana se cerró bruscamente y al comprobarla vi que el cerrojo estaba echado. El azúcar y la sal se cayeron al suelo desde la despensa junto a varios calderos, mientras que en el piso superior se escuchaban pasos acelerados, comprobé que no había nadie arriba, muchos inquilinos han sentido esos pasos en la galería acristalada, que antaño fue una balconada por la que, cuenta la leyenda que cierta joven despechada, se arrojó al estanque de abajo donde murió.

Durante muchos años la casa estuvo en estado de semi-ruina, antes de que se restaurara y cuentan que mientras se desarrollaban las tareas de acondicionamiento, se escuchaban ruidos de procedencia incierta, puertas y ventanas que se abrían y cerraban de forma espontánea, sombras y extrañas sensaciones, como si los trabajadores no estuviesen solos en el lugar. Una vez convertido en hotel, no son pocos los clientes que coinciden en describir los mismos fenómenos.

Hay una habitación que destaca porque en ella es donde al parecer se presenta la figura de una mujer que se sienta en un lado de la cama mientras el inquilino duerme. Una pareja de origen belga vio a los pies de la cama, sentada en la misma, una mujer vestida con un camisón blanco y la mirada perdida.  

Durante la inspección una sensitiva pudo percibir “algo” en esta estancia. Según ella, vio a una mujer de unos 30 años, de pelo largo y castaño oscuro, que vestía un camisón blanco-azulado. La vio sentada en el borde de la cama. Su rostro expresaba una gran tristeza.

Francisco nos cuenta la leyenda de una pianista que se alojaba en una habitación de ese piso a principios del siglo XX, cuando el hotel se destinaba a atender a enfermos con problemas pulmonares. La joven se enamoró del propietario de la casa y, al no ser correspondida, se habría tirado por una de las ventanas del pasillo.

Carmelina nos habla de su padre, un hombre que no le tenía miedo a nada, sin embargo, cierto día,  se lo encontró en un estado de shock. “Había visto algo raro en la casa, pero no sabía, o no quiso, decir el qué. Un hombre fuerte como mi padre se desmoronó ante algo que vio y no sabía explicar”.

Según se cuenta, una mujer estuvo encerrada en la ultima planta de este lugar mucho tiempo por su marido. Cierto día logró salir con tan mala fortuna de que cayó accidentalmente o no, por la escalera. 



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