CASTILLO DE DUNTRUNE:

En Argyll y Bute, Escocia, en lo alto de un acantilado que da directamente al Loch Crinan.

La edificación actual data del siglo XVII, aunque partes de ella datan del siglo XIII o del siglo XV.  Perteneciente originalmente al clan de los Campbell, tras ser asediado en el siglo XVII por Coll Ciotach o su hijo, Alasdair MacColla, a finales del siglo, pasó a manos del clan de los Malcolm, sus dueños actuales. Fue restaurado de nuevo a mediados del siglo XX.

Cuenta la leyenda que, en el año 1615, el clan McDonald  quería asediar el castillo de los Campbell. Pero como el acceso al castillo era muy complicado el clan decidió enviar a un espía al castillo para que se mezclase con los Campbell y de esta forma poder encontrar información valiosa que les permitiera facilitar la invasión.

Entonces, los McDonald enviaron a un gaitero al castillo, que estuvo informándoles durante semanas hasta que llegó el momento del ataque. Sin embargo, el plan fue descubierto por los Campbell y planearon una emboscada. Pero el gaitero justo antes de que su clan desembarcara en las costas del castillo, se puso a tocar una canción con su gaita alertando a los suyos del peligro que les esperaba. Gracias a esto, los barcos del clan McDonald retrocedieron ante una masacre segura, aunque el gaitero no corrió la misma suerte. El señor del castillo decidió cortarle las manos en castigo por su traición y le dejó sangrar hasta morir y finalmente enterrado en el mismo castillo.

Desde la ejecución del gaitero, se cuenta que, en algunas noches del año, se puede escuchar la melodía de esa última canción del gaitero cerca del castillo, como si hubiera quedado impregnada en el aire de aquel lugar. En 1870, cuando se estaba remodelando la cocina del castillo, se encontró en el suelo de ésta un esqueleto humano. Lo inquietante del asunto es que al esqueleto le faltaban las manos y no hacía más que reafirmar la veracidad de la leyenda. Con intención de calmar a su espíritu, el esqueleto fue sepultado en los jardines cercanos al castillo. Pero ni aun así sus habitantes han logrado quitarse de encima esa tétrica melodía.